Siempre he gastado las típicas aceiteras de toda la vida que son bastante antihigiénicas. Sí, esas aceiteras que están todas pringosas porque cada vez que te sirves o la llenas, gotean. Sí, esas que requieren un platito debajo con una servilleta de papel porque está pringosa y va chorreando poco a poco el aceite por mucho que después de cada uso pases un papel de cocina. La verdad que no me gustan nada.
Por fin, ya me he comprado esta maravillosa aceitera antigoteo.
Es perfecta porque es transparente así sé si le queda mucho para vaciarse o la tengo que rellenar ya, también cuando me quedo sin aceite no relleno a ciegas con el riesgo de que se salga la mitad de aceite y pringue (lo digo porque venden unas así metálicas que no se ve lo que hay dentro).
Hay que buscar que no tenga juntas de ningún tipo ni tapones de goma ni de corcho porque las juntas, los corchos y gomas se estropean y pueden después no ajustar. La queremos de cristal lo más sencilla posible, a lo Steve Jobs.
Investigando por internet parece ser que se trata de un invento de un español Rafael Marquina en los años 60 que no patentó, parece increible ¿verdad?.
Y el precio baratito, baratito, me costó sobre unos 4 euros.